Quedan
cerca los diferentes actos de reivindicación y lucha que se irán sucediendo en
múltiples puntos del territorio español: concentraciones, manifestaciones,
charlas, exposiciones, tema principal – sólo por este día- en los medios de
comunicación y declaraciones institucionales de fuerzas políticas y
sindicales.
Oiremos
a lo largo unas horas vocablos como: género, muertas y lacra. Y
yo es que no puedo más con eso, oigan. Porque ni son muertes, ni la causa es el
género ni es una lacra. Así que, por respeto, intentemos de una vez por todas
no banalizar unos términos que ya han causado, en lo que llevamos de
año, 89 asesinatos por machismo.
No es
una lacra.
Según la
nada feminista RAE, lacra es “un vicio físico o moral que marca a quien lo
tiene”. Así que, decir que un vicio asesinó “oficialmente”, en cinco años,
a un total de 354 mujeres es, cuando menos, ofensivo y humillante. Y estos
datos disminuyen la realidad ya que nuestra Ley Orgánica 1/2004 de
Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género sólo computan los
asesinatos de mujeres aquellos que son cometidos por sus parejas o
exparejas. De acuerdo con el registro realizado en la base de datos
de Geofeminicidio, en el periodo 2010-2015 se registraron en el Estado
español 586 feminicidios (86%) y 95 asesinatos de mujeres (14%), es
decir, un total de 681 casos. Llamar a esta hemorragia de mujeres
lacra, me parece lo más cercano a un insulto. Epidemia, peste, drama,
terrorismo o sangría. Pero no más lacra. NO MÁS.
No es
de género.
El
género no determina una conducta violenta. El género por sí mismo no es ni
cruel ni asesino. El género no asesina, ni pega, ni viola ni cosifica. Lo hace
el machismo.
Esas
conductas aprendidas e impregnadas por un modelo de
sociedad patriarcal son las que inducen a
ello. Inducen a considerar a las mujeres como objetos de propiedad y
de dominación, imponen roles en función del género yestereotipos y patrones de
conducta diferenciados en función del sexo biológico.
La
violencia sexual, psicológica, patrimonial; un lenguaje sexista, de publicidad
estereotipada, de educación exclusiva, de techo de cristal y de maltrato
periodístico por los medios de comunicación, es machismo. El género
entendido como categoría no es violento. El machismo sí lo es. El
machismo mata, aterroriza, oprime y subyuga. Es violencia machista. No más
de género. NO MÁS.
No
son muertas.
Harta.
Harta de leer y escuchar en los medios de
comunicación eufemismos del tipo: “fallece una mujer al caer por el balcón
y se detiene a su marido…” o “muere una mujer por los hachazos de su ex
pareja…”.
Mira, en
este apartado ni me voy explicar, me indigna demasiado y tengo tolerancia cero.
Si hay que matizar que no nos tiramos hacia un hacha sino que es un
tipejo quién clava el hacha en nosotras es que todo es
más vomitivo de lo que pensaba. Es
cuestión de línea editorial y por tanto de voluntad. Si no
se hace bien se es cómplice. Punto pelota. Son
asesinadas. No más muertas o fallecidas. NO MÁS.
La
Violencia Machista como Cuestión de Estado
13.455 mujeres han
denunciado a su pareja o expareja por violencia de género cada mes en
este país. Son datos del Observatorio contra la Violencia de Género y
Doméstica del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), que ha hecho
público este mes de octubre en su informe del segundo trimestre de
2017.
Según
la Macroencuesta 2015 del propio Gobierno, sufren violencia de pareja
(2,5 millones de mujeres) o sexual fuera de la pareja (1,5 millones). Total 4
millones de mujeres.
Los PGE para
2017 asignan al Programa de Violencia de Género 27.728.180
euros. Además, se han congelado en 19.741.840 euros el
Programa de Igualdad entre mujeres y hombres, por lo que sigue sin entenderse
que mientras no acabemos con el machismo, no acabaremos con su violencia. Ambos suman solo el 0,01% del presupuesto, porcentaje
ridículo para lo que se ha llamado pomposamente “Pacto de Estado contra la
Violencia de Género”.
No
queremos un Pacto que no soluciona nada y que sólo sirve para titulares
y postureos institucionales. Exigimos que la violencia machista
SEA CUESTIÓN DE ESTADO,porque mientras esto no sea así será seguir sin
asignar ni un euro a la prevención en los ámbitos educativo, sanitario y de
medios de comunicación, no cubrir la prevención y atención a la violencia
sexual que exige el Convenio de Estambul vigente desde 2014, no mejorar la
respuesta judicial y no cubrir el coste de los servicios jurídicos,
psicológicos y sociales en las Entidades Locales establecidos en
el art.19 de la Ley O 1/2004. Es seguir sin poner en marcha la ya
escasa ley integral que sólo reconoce la violencia en relaciones de
pareja.
Por
otra parte,
El
Tribunal de Cuentas calcula en 40.000 millones de euros la cantidad de dinero
que no va a recuperarse del prestado a la banca. Esto es, se da por
perdido el 75% de las ayudas públicas recibidas por la banca. Más de 800 euros
por cada ciudadano y ciudadana. Ahí es nada el regalazo.
Y, ¿por
qué meto este dato aquí? Pues porque la Plataforma
feminista a nivel estatal exige 120
millones de euros para empezar a abordar las violencias machistas como
una verdadera Cuestión de Estado. Esto es una cuarta parte del dinero
regalado a la banca para un rescate.
¿Tan
poco vale la vida de las mujeres que ni siquiera se puede destinar una cuarta
parte de lo regalado al rescate de la banca para invertir en igualdad y
libertad y prevenir que nos quiten la vida?
Uno de
esos lemas que se corean en las manifestaciones feministas contra la violencia
machista expresa que “patriarcado y capital es alianza criminal”,
y recuerdo lo que le hace poco escuché a una de las grandes:
“El
capitalismo sabe que aterrorizar a las mujeres es hacerlo a la comunidad. Nos
están lanzando un mensaje: no os resistáis porque no tenemos límite”
Silvia Federici.
Así que,
quizá, hay que empezar a combatir la epidemia de la violencia machista desde
una perspectiva anticapitalista. Y un buen comienzo es llamar a las cosas por
su nombre.
Paloma Lafuente.
Paloma Lafuente.